2 sept 2011

EL RESPETO NO ES EL VIRUS QUE INVADE LA DIFERENCIA, ES EL PIONERO DE LA ACEPTACIÓN Y EL MARINERO DEL AMOR.




Cuando se menciona por alguna razón la palabra –diferencia-, es innegable pensar en una operación de orden matemático; es pues como se hace necesario ubicarlo en un contexto de relación con el otro; la diferencia, se podría definir y de manera coloquial, como esa manera de ser “yo”, ser uno, ser lo que es; y cuando se habla de ser yo, ser uno y ser lo que uno es, es porque se está sobreentendiendo, que cada individuo es un mundo, es uno circunscrito en otros mundos y en otras realidades. Es pues una manera de afirmar como la diferencia se codea con el respeto, con la autenticidad, con la tolerancia, con la autonomía, con la pluralidad.






En el caso humano estaríamos hablando de ser diferentes; entonces ser diferente es ser auténtico, es ser capaz de tolerar (entender) al otro, es ser autónomo, es actuar por convicción y con razón, es ser capaz de circunscribirse a esa idea global de la pluralidad (yo te acepto, te respeto; tú me aceptas, me respetas). Ser diferentes es esa idea de ser uno sin dejar de ser.






Entonces ser diferente, no puede fusionarse ni mal entenderse con malformación, con enfermedad, con ineptitud, con incapacidad; ni mucho menos concebirse como esa falta de entereza, esa falta de autonomía, o esa falta de autenticidad.






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